En este mes de septiembre, y tras haber pasado el verano con “los papis”, pueden vivirse a la puerta de los centros educativos momentos de angustia a la hora de despedirse y entrar a clase. En este artículo os ayudaré a distinguir cuándo esta ansiedad por la separación es normal y cuándo es patológica y cómo fomentar una separación saludable:
Desde muy temprana edad existe una tendencia en los niños a querer estar cerca de sus figuras de apego. Esto es antropológicamente adaptativo ya que estar junto a los cuidadores aumenta las probabilidades de sobrevivir. Por tanto es normal que desde los seis meses hasta incluso los 10 años, a los niños les genere cierta ansiedad la posibilidad de separarse de sus padres o cuidadores.
Lo patológico comienza en el momento en el que interfiere en el día a día de los menores: ya sea por intensidad o por frecuencia. Es decir: cuando un niño no quiere asistir a clase y simula cualquier dolor de tripa por temor a separarse de su mamá, cuando se pasa toda la mañana en el colegio o escuela infantil llorando y llamando a su padre o cuando el niño no va a jugar con otros niños en el parque por la posibilidad de que su cuidadora haya desaparecido mientras jugaba. Estas conductas nos estarían dando pistas sobre el sufrimiento excesivo del niño cuando debe separarse de nosotros. También resultaría fuera de lo normal que esta sintomatología comenzase después de los 10 años y mucho más de los 18 (en la 5ª revisión del Manual de Psicodiagnóstico DSM –V deja de ser un trastorno exclusivamente infantil). No obstante ahí entraríamos a valorar si se trata de alguna dificultad en el colegio con profesores, materias o compañeros.
Según la CIE 10 (Clasificación Diagnóstica de la Organización Mundial de la Salud), el Trastorno de ansiedad por Separación es una excesiva angustia por la separación de las figuras de apego en el menor o por su anticipación, expresada en síntomas corporales o fisiológicos, llanto intenso, insomnio, ocasionalmente pesadillas, o preocupaciones excesivas porque algo malo pueda pasarle a sus padres o a él mismo y esto los separe. Rechazo a dormir sin un adulto al lado o a quedarse solo durante el día.
En el momento que notes estos síntomas en tus hijos será el momento de consultar con tu psicólogo de confianza.
Podemos evitar que el proceso de separación se complique a través de los siguientes consejos:
- Si tenemos la posibilidad, dejaremos unas horas los días anteriores al comienzo del colegio con otro familiar o amigo al niño para que se acostumbre a nuestra ausencia y vea que sus padres vuelven siempre a buscarle.
- Adaptaremos, en la medida de lo posible, las rutinas del domicilio a las que el niño tendrá durante el curso.
- Les haremos partícipes de los preparativos y pasearemos alrededor del colegio con ellos para que se habitúen.
- Pese a que estemos angustiados a la hora de separarnos de nuestro hijo, deberemos mostrarnos serenos y tranquilos: si nos ven tristes y afligidos entenderán que algo malo ocurre.
- Seremos con ellos cariñosos pero firmes, recordándoles cuándo volveremos a buscarles. Nos iremos tras despedirnos de ellos, no nos quedaremos compungidos en la puerta o mirando por el cristal.
- Seremos muy puntuales, sobre todo los primeros días, a la hora de la salida para que estemos allí cuando salgan.
- Dejaremos al menor más horas en el centro escolar de forma progresiva, si el sistema nos lo permite. Las Escuelas infantiles tienen programas específicos de incorporación tras el verano.
Puedes leer más sobre el tratamiento del Trastorno de Ansiedad por Separación pinchando aquí.
Desde Domínguez Psicólogos os deseamos una dulce vuelta de las vacaciones y una buena incorporación al día a día.