La muerte es algo que agobia y supera a muchos, por no decir a todos, pero la sensación se vuelve mayor cuando hay que hablar con los menores. En un intento por protegerles del dolor, desde el nuestro propio, vulneramos su derecho a sentir la pérdida.
Puede ocurrir que un familiar fallezca o lo haga el familiar de un compañero del colegio y esto abra un espacio que quizá no existía sobre algo tan universal e irreversible como la muerte.
A continuación vamos a repasar algunas de las preocupaciones más frecuentes y a comentar algunos consejos para abordar la pérdida con los niños.
- ¿Se dan cuenta de lo que ha pasado?: es cierto que hasta los siete u ocho años la idea de la muerte es más una fantasía y hasta pasados los once no entienden la idea de irreversibilidad y la universalidad, pero los niños son grandes observadores. Desde pequeños ven situaciones de muerte en televisión o en la naturaleza y se dan cuenta de lo que sucede.
- ¿Lo abordo o lo evito?: los adultos tendemos a evitar lo que nos produce dolor; si ellos lo ven, harán lo mismo entendiendo que hablar de la pérdida no está bien. Es bueno que estemos receptivos, preguntemos, escuchemos y compartamos sentimientos.
- ¿Y si no se qué responder?: no tenemos todas las respuestas y no ha de importarnos no tenerlas. Podemos decir sencillamente que no lo sabemos. Muchas veces lo más interesante es el porqué nos lo preguntan, devolvamos entonces esta pregunta (ej.: ¿mamá dónde está papá?- respuesta: ¿donde crees tú que está? o ¿porqué me lo preguntas?). A veces preguntándoles ellos nos dan la respuesta de lo que necesitan.
- ¿Cómo explico qué es la muerte?: Sobre todo seamos breves y usemos un lenguaje sencillo. Podemos usar funciones corporales conocidas (ya no come, no respira, no habla o no siente). Evitemos los eufemismo (está dormido, descansa eternamente…) esta idea puede confundirles y traer consigo una fobia a la hora de dormir. Evitemos las generalizaciones (murió porque era mayor, sólo la gente mayor muere) es mejor señalar que «vivimos largo tiempo antes de morir y aunque nos pasase algo la abuela y los tíos te cuidarían, nunca estarás solo» (en caso de que les preocupe nuestra muerte, la suya propia o quedarse solos y desvalidos).
- ¿Si me ve llorar sufrirá más?: haciéndolo le damos permiso para hacer lo mismo, si lo necesita y le demostramos lo importante que era para nosotros la persona fallecida. Lloramos porque nos entristece que nuestro ser querido se haya ido.
- ¿Es normal que no reaccione?: a veces la reacción de los niños es demorada y esto a ellos mismos les puede generar culpa, podemos explicar que es como cuando se duerme una pierna, al principio no lo sientes pero luego duele un rato y es normal. También es frecuente que expresen su tristeza a través de la ira, es importante que entendamos que es normal y transmitirlo así y que también es importante hacernos con esa rabia para que poco a poco nos sintamos mejor. Deberemos a ayudarles a encauzarla y a poner palabras a lo que están sintiendo.
- ¿Es bueno que acuda al funeral?: es fundamental que participe de los rituales de despedida. Ha de acudir si quiere hacerlo y prepararle para ello. Si no, haremos en otro momento un ritual para que pueda despedirse.
Y recordad que siempre que tengáis dudas o creáis que el proceso de duelo pueda haberse complicado, consultad con un profesional de la Psicología.