Son muchos los padres que sienten que sus hijos se alejan cuando inician la etapa adolescente. En algunos casos estos padres hacen grandes esfuerzos por recuperar la comunicación que tenían con ellos en etapas anteriores, pero tanto esfuerzo resulta inútil.
No obstante, hay que puntualizar que cada adolescente es diferente y esto no siempre ocurrirá. Además, todo lo que hagamos para reforzar el vínculo antes de llegar a esta etapa determinará gran parte del proceso.
Lo primero que hemos de entender es que el adolescente será muy celoso de su intimidad y vida personal. Tendremos que aceptar que no obtendremos tanta información acerca de su mundo como lo hacíamos antes. Mostrar respeto en este sentido te ayudará.
Pon atención y da muestras de escucha activa cuando te hable. Algunas veces queremos obtener información y hacemos demasiadas preguntas. Esperamos que nos den todas las respuestas en el momento en el que hacemos la demanda, pero es mucho más importante estar atentos a los momentos en los que intentan comunicarse, escuchar activamente lo que nos dicen y dar muestras de que lo estamos haciendo. Hay que evitar hacer otras cosas en ese momento (estar con el móvil, hacer alguna tarea doméstica, etc…) y poner toda nuestra atención.
Además, para fomentar que nuestros hijos se comuniquen de forma espontanea, hay que dar ejemplo, compartiendo con ellos aspectos importantes de nuestras vidas y expresando las emociones que sentimos.
Cuando tu hijo se comunique, no te precipites en la respuesta y no intentes guiar la conversación. Procura mantener un silencio comprensivo hasta que termine de expresarse. Puedes dar respuestas de escucha como uhum, si claro, ya…
Evita dar demasiados consejos. Como padres queremos el bienestar de nuestros hijos, y por supuesto que tenemos que guiarlos, pero a veces nos precipitamos a la hora de querer resolver sus problemas. Habrá que fomentar su reflexión para que sean ellos mismos los que encuentren la solución. Incentiva que tu hijo explore sus pensamientos y sentimientos mediante la escucha y las preguntas reflexivas: ¿Tú qué crees que deberías hacer? ¿Cuál es la mejor opción?… Así reforzaremos su autoestima y capacidad para resolver problemas.
Si vemos que no encuentran la solución al problema o ésta no es adecuada, entonces sí podremos dar nuestro punto de vista, sin intentar imponérselo, simplemente con sugerencias como: Qué tal si…, y si…, no piensas que sería útil… , no crees que…
No niegues sus emociones. En determinadas situaciones podemos hacer comentarios como no te preocupes, no es para tanto, no pasa nada, etc. Pero aunque creas que su problema no es tan importante, trata de empatizar con él. Haz que se sienta comprendido y si es posible, intenta ponerle un nombre a su emoción (debes estar muy enfadado, tienes que sentirte muy triste, entiendo que esto que te está pasando debe ser muy duro…). Así estaremos validando sus sentimientos y confiará en nosotros en próximas ocasiones.