La depresión no es sólo cosa de adultos, los niños también pueden padecerla. La dificultad se encuentra en saber detectarla, puesto que los niños van a presentar una sintomatología que puede diferir de los clásicos síntomas depresivos. Hablamos de síntomas que pueden hacernos pensar que el niño está padeciendo otro tipo de problema. Por ejemplo; dolores de tripa, de cabeza, irritabilidad o inquietud motora.
El objetivo de este artículo es orientar a los padres a saber detectar algunos síntomas que los pequeños pueden padecer en función de su momento evolutivo:
- Hasta la edad preescolar: Los niños en este rango de edad manifiestan su estado depresivo de un modo más fisiológico. Hablamos de problemas de sueño, alimentación, llanto frecuente, irritabilidad, pasividad, bajo peso corporal, inexpresividad en la mirada y en el rostro, rechazo al contacto y problemas de salud como mayor propensión a infecciones o incluso retraso psicomotor. Los casos de depresión en niños tan pequeños suelen relacionarse con la separación de sus figuras de apego durante periodos prolongados de tiempo, por ejemplo en los casos de hospitalización del menor.
- Edad preescolar: En estas edades se presenta apatía, que se
manifiesta por poco interés por el juego y menor actividad, irritabilidad, rabietas y conductas destructivas. Existe falta de sonrisa y muchas quejas somáticas, como dolores de tripa o de cabeza y llanto frecuente. También puede haber rechazo a ir al colegio o incluso pérdida de interés en la interacción con otros niños. Pueden existir problemas de alimentación y de sueño, como pesadillas, terrores nocturnos, resistencia a irse a la cama o insomnio.
- Edad escolar: Existe deterioro académico. Es probable que haya falta de interacción con iguales e incluso conflictos interpersonales. En esta etapa aparece la autocritica y la culpa por determinadas acciones o pensamientos. Hay tristeza, falta de intereses, desmotivación, agitación o bien falta de movimiento, problemas de atención y aislamiento, que en algunos casos deriva en agresividad.
- Adolescentes: Hay variabilidad del estado de ánimo, aunque predominan la tristeza y el mal humor. Se produce aislamiento, retraimiento e introversión. Existen conductas oposicionistas y desafiantes, que les puede llevar a verse involucrados en conflictos en el aula y en casa. Tienen baja autoestima, preocupación por la imagen corporal y sienten autodesprecio. También hay deterioro del rendimiento escolar y dificultad para tomar decisiones. A nivel físico se sienten cansados y con falta de energía, hay insomnio o bien un exceso de sueño y problemas de alimentación por exceso o defecto. Hay ideas muy negativas acerca del futuro y en algunos casos se producen ideas suicidas.
Para finalizar quiero aclarar que esto es una muestra de los síntomas más comunes, pero cada niño puede manifestarlos de diferente forma. Si percibes algún cambio en tu hijo, te recomiendo que consultes con tu psicólogo de confianza para que lleve a cabo una evaluación y diagnóstico adecuados.