No puedo sentir placer

La anhedonia es la dificultad o incapacidad para experimentar placer, disfrutar de las cosas y ello va ligado a la falta de deseo por hacer cosas y la falta de actividad (abulia).  Esto afecta a situaciones de la vida cotidiana, como leer un libro, quedar con los amigos, mantener relaciones sexuales, etc… Te cuento cómo combatirla:

No es un trastorno en sí mismo, se puede hablar de la anhedonia como un síntoma. Suele estar asociado a trastornos como la depresión aunque también aparece en la esquizofrenia o en las adicciones. Se puede presentar sin que forme parte de un trastorno. Centrándonos en la depresión, es esperable que ocurra en situaciones en las que se tenga un estado de ánimo bajo, por ello es importante abordarla para evitar el riesgo de desarrollar un trastorno más grave.

Los estudios relacionan la anhedonia con la alteración de un neurotransmisor: la dopamina. Es una sustancia del cerebro responsable del sistema de recompensa que hace que experimentemos placer.

¿Qué podemos hacer?Anhedonia Dominguez Psicólogos

Lo primero es evaluar a qué está asociada esa anhedonia, es decir, qué hay detrás. La anhedonia como síntoma nos está hablando de un proceso que baja nuestro estado de ánimo.

Como primer elemento es importante trabajar las emociones. Nos cuesta más de lo que parece ser conscientes de lo que sentimos, identificarlo, etiquetarlo y manejarlo. En la anhedonia tenemos una vivencia de cansancio aparentemente exenta de emoción, es importante parase a sentir y tomar conciencia de que se trata de una tristeza por así decirlo «anestesiada».

La anhedonia alimenta un círculo vicioso en el que la falta de capacidad para disfrutar lleva a no realizar actividades y la falta de actividad alimenta la anhedonia. Es un error frecuente pensar que la clave es trabajar para tener «ganas de hacer cosas y después hacerlas», en realidad tenemos que hacer cosas para tener ganas de hacer cosas. Esto quiere decir que la clave es planificar actividades gratificantes aunque no tengamos ganas. Aumentar el nivel de actividad es lo que hará que se atenué esa anhedonia y poco a poco disfrutemos de esas actividades que al principio nos «forzamos» a hacer.

En relación a las actividades gratificantes la idea es empezar por las que hacemos pero con menos frecuencia que antes, luego retomar las que hemos dejado de hacer y finalmente probar con esas que siempre hemos querido hacer y nunca hemos hecho. De lo más «fácil» a lo más alejado de la zona de confort. Para esto lo importante es DOSIFICAR. Es habitual que ante la mejora inicial del estado de ánimo que llenemos la agenda de actividades que no vamos a cumplir lo que nos llevara a frustrarnos y con ello a reducir la actividad. La clave es ser realista y poner objetivos sencillos y asequibles, por ejemplo si creo que me puedo comprometer a salir a caminar 4 días en semana me exijo ir 2 (frente a la tendencia de decirse «voy a ir todos los días»). Se trata de ponerse en marcha y que los cambios sean firmes.

Un protector importante contra la anhedonia es la actividad social. Podemos quedar con amigos o apuntarnos a alguna actividad. Socializarnos en sí mismo es un protector pero además genera un compromiso y un aliciente para hacer actividades.

En ocasiones es necesario el uso de psicofármacos como una ayuda extra para mantener a raya a la anhedonia.

Si a pesar del esfuerzo por ponerse en marcha la anhedonia persiste podemos consultar con nuestro psicólogo de confianza para que nos ayude. Es importante que recordemos que la clave es trabajar sobre lo que está detrás de la anhedonia ya que no deja de ser una especie de salva que el cuerpo nos lanza para hablar de un dolor del que no estamos siendo conscientes.

Roberto Castillejo Río

Psicólogo, Psicooncólogo y Terapeuta de pareja y familia

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