Rumiaciones cognitivas: pensamientos en bucle

No cabe duda de que pensar y  la introspección son positivas, en la mayoría de las ocasiones necesarias para tomar decisiones adecuadas. Necesitamos tiempo para valorar los factores implicados en diferentes cuestiones y optar por unas vías de actuación u otras.  El problema viene cuando la reflexión se convierte en algo molesto, no por el contenido de lo que se piensa, si no por lo intrusivo de las ideas, por lo obsesivo. Cuando ésto pasa, nuestra capacidad de concentración disminuye, la atención se focaliza en las ideas que rumiamos, entrando en un bucle de malestar.

 

Ésto sucede con relativa frecuencia. Cuando algo nos preocupa en ocasiones caemos en una espiral de preocupaciones en la que es difícil dejar de pensar en una misma idea. Esto genera un gran malestar, ya que suele ir de la mano de una elevada ansiedad, dificultad para dormir, irritabilidad, tristeza y un largo etc. Todo ello puede generar una sensación de incapacidad y falta de control.

El aumento de los pensamientos repetitivos y desagradables es normal en épocas de estrés. No hay que perder nunca de vista que el contexto en el que estamos influye directamente en nuestro estado general y emocional. Normalizar la situación y no alarmarse por tener este tipo de pensamientos ayudará a reducirlos. Bien es cierto que si persisten en el tiempo, son muy intensos o muy frecuentes es bueno plantearse qué puede estar pasando.

¿Cómo salir del bucle? Es necesario tomar conciencia de ello y darse cuenta de que se entra en él. Convencerse de que la rumiación no lleva a ningún sitio. No es útil para obtener soluciones a los conflictos, es más, los aumenta por los efectos que ya hemos comentado.

La forma de frenar estos pensamientos negativos puede variar, depende de la persona y las circunstancias. Está demostrado que una de las mejores opciones es cortar por lo sano el hilo de pensamiento. Éste es poderoso y las probabilidades de que vuelva a aparecer son elevadas, por lo que es necesario distraer la atención.  Algunas propuestas para facilitarlo:

  1. Cambiar de actividad, hacer algo que te distraiga y te aleje de los pensamientos intrusivos (deporte, ocio, tarea doméstica…)
  2. Compartir tus preocupaciones con alguien, buscar algún apoyo con quien hablar.
  3. Realizar algún tipo de relajación.
  4. Escribir acerca de lo que te ocurre.

Si estas pautas no te ayudan y crees que te vendría bien trabajar más a fondo algún aspecto relacionado con las preocupaciones, no dudes en consultar a un profesional de la salud. Desde Domínguez Psicólogos podemos  ayudarte.

Cristina de la Rosa Tineo

Psicóloga. Psicodramatista

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