Diferencias entre celos, envidia y rivalidad fraternal

En este artículo explicaré algunas diferencias entre las emociones de celos y envidia en la etapa infantil. He creído oportuno escribirlo dada la frecuencia con la que confundimos estas emociones y los conflictos que crean en los menores.

 

Celos, envidia y rivalidad fraternal son dos emociones y una conducta que suelen confundirse y entremezclarse a nuestro alrededor. Se oye a menudo “siente envidia sana de ella” o “siempre ha sido una niña celosa de su hermano” y no siempre resultan acertadas estas definiciones o frases hechas.

Los celos implican estar temeroso de que te quiten algo que tienes. Surgen en los niños ante un nuevo escenario como la llegada de una nueva hermanita o cuando un niño nuevo llega a su clase y de repente se lleva bien con su mejor amigo. Afloran una gran inseguridad y un miedo de pérdida de algo que se valora mucho como la atención exclusiva de un amigo o la de los progenitores. Puede estar detrás de algunas agresiones verbales o físicas de los hermanos mayores a los menores o detrás de intensos llantos porque “Oscar ha estado jugando con Manuel en lugar de sólo conmigo”.

La envidia supone desear algo que no se tiene y otro sí. O querer algo que otra persona tiene y que valoramos más que lo propio. Por ejemplo, envidiamos a nuestro primito por esa nueva bicicleta que le han comprado por su cumpleaños, ese viaje a Disney Land que hizo nuestra compañera de clase o las zapatillas de La patrulla canina que un niño de nuestra urbanización tiene y que nuestros padres no nos quieren comprar. La envidia acarrea una carga de rabia que en ocasiones se dirige a la persona que envidiamos.

La rivalidad fraternal conlleva un deseo de ser mejor que nuestro hermano o hermana. Se trata de un impulso de competir para ganarle y/o demostrar que se es mejor que él o ella. Puede estar motivada por sentimientos de celos o de envidia, aunque puede manifestarse por cómo se ha manejado la atención en el hogar o la escuela. Es decir, puede ser un comportamiento aprendido al observar a un padre relacionándose con su hermano o a un profesor premiar “al que primero resuelva determinado problema u operación”. También podemos estar facilitando, sin darnos cuenta, que se comporten así al estar comparándolos con otros niños. Lo observaremos en los menores por sus constantes e intensas llamadas de atención, peleas o discusiones con sus correspondientes llantos entre los hermanos (aunque no es exclusivo del ámbito fraternal), o por las preguntas del tipo “¿lo he hecho mejor que Victor verdad mamá?”.

Todas estas emociones y conductas son normales y pueden responder a una etapa del desarrollo evolutivo normal de los menores, no obstante, pueden llegar a convertirse en un problema si no ayudamos a los pequeños a gestionarlos de forma adecuada. La absoluta totalidad de las emociones y sentimientos humanos son adaptativos y nos informan de lo que nos está pasando en cada momento, por ello no hay sentimientos buenos ni malos, simplemente incómodos o satisfactorios. Es esperable que estos comportamientos y emociones cesen en el momento que las causas también lo hagan, o cuando los niños se hayan habituado a los cambios que les generaron este estrés. Para mayor información sobre la utilidad de las emociones PINCHA AQUÍ.

Espero que os haya sido útil y no dudéis en consultarnos si tenéis dudas o queréis una ampliación de la información.

Abel Domínguez Llort

Psicólogo. Director de Domínguez Psicólogos

www.dominguezpsicologosmadrid.com